Trazando mi camino, hallé la dificultad de comprender a mi corazón. Quizás mi mente era muy obtusa y prefería regir mi vida por la senda de la frialdad.
Pero aún así, era capaz de comprender y sentir empatía por los demás. La mayoría de las personas me acusaban de vivir a destiempo, poco me importaba su opinión.
Vivía como podía y sabía que mi camino era totalmente mio, nadie debía andarlo por mi. Porque nadie caería y se levantaría en mi nombre, nadie movería un dedo para ayudarme a conquistar mis sueños.